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Las gerbera: todo lo que debes saber sobre ella

Las gerbera: todo lo que debes saber sobre ella

La gerbera engloba diferentes especies que se originan del Sur de África. Se trata de una planta herbácea, en roseta y con un cultivo que puede durar varios años. Las flores de la gerbera tienen distintas formas y espesores y las puedes encontrar de muchos colores diferentes. ¿Quiere saber más sobre esta planta? Entonces, no te pierdas las siguientes líneas.

¿Qué aspectos destacados te interesa conocer de la gerbera?

La temperatura en la que se cultiva la gerbera incide en el crecimiento de sus hojas y en cuándo florecen. Además, la temperatura a la que se encuentra el suelo también influye en el diámetro de la flor. Es posible cultivar la gerbera en climas que tengan temperaturas de entre 10 y 35 grados, aunque lo ideal es que se sitúen entre los 15 y los 25 grados.

Debes tener en cuenta que si la temperatura es muy alta cuando se planta la gerbera, se puede desequilibrar la parte aérea de las raíces. Además, las bajas temperaturas del invierno pueden provocar que la planta tenga problemas para prosperar.

La humedad relativa para un cultivo adecuado debe situarse entre el 75 y el 90 %. Cuando es superior, pueden aparecer ciertas enfermedades en la planta. Además, puede ocasionar que se deforme o que tengan manchas las flores.

En cambio, cuando la humedad se sitúa por debajo del 40 % la calidad de las flores puede ser peor, con tallos más débiles y cortos de lo normal. Sin olvidar que puede verse atacada por distintas plagas. Cuando la humedad cambia mucho entre el día y la noche o entre las distintas estaciones, la vida de la flor puede verse reducida.

La luz no es algo que afecte demasiado a la gerbera, sin embargo, sí que influye en que aparezcan brotes en los laterales y con ellos flores nuevas. Estos se incrementan en las épocas en las que el día es más corto.  La intensidad de la luz también incide en el diámetro de la flor y en su color. Cuanta más luz recibe, más cantidad de flores se pueden conseguir.

En la primavera y en el verano, que se junta una gran cantidad de luz junto con calor, puede darse un crecimiento más alto de la planta, pero con una calidad inferior. Para evitarlo, se suelen utilizar mallas de sombreo.Por otro lado, cuando se cultiva en países en los que hay poca luz en invierno, es necesario colocar fuentes de luz artificial para cubrir esta carencia.  Cuando la planta tiene poca luz, los brotes laterales disminuyen, el tallo crece más débil y la flor tiene una menor calidad.

Lo ideal es que el riego se realice por goteo o por aspersión. El agua debe ser de calidad y baja en calcio. Lo ideal es que la planta se cultive en suelos ligeros, profundos y con abundante material orgánico. Además, debe contar con un buen drenaje y con una adecuada aireación.

Sin duda, una planta llena de datos interesantes.

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